Entre las personas que se autoproclaman cuidadoras de la humanidad y por ende de las personas, que a menudo pertenecen a movimientos sociales que supuestamente fomentan mejorar y re-evolucionar las sociedades a menudo creen tener capacidades y sobre todo y lo que mas me inquieta “legitimidad” para autoproclamase: Juezas del mundo.
Creen tener derecho a opinar y enjuiciar sin tan siquiera permitir la defensa del acusado (ni siquiera se lo plantean), hasta en los regímenes más totalitarios el acusado tiene un tiempo para defender su inocencia aunque el juicio sea una patraña y la sentencia esté dictada de antemano, en cambio en los juicios populares del día a día, se da pie a calumniar e injuriar sin posibilidad de defenderse. Las personas se creen con derecho a culpabilizar sin permitir escuchar a las dos partes y a menudo sin darse cuenta a nivel consciente, lo único que buscan es desacreditar al “otro” para sentirse mejor ellas mismas, las que señalan con el dedo perfectamente podrían cambiar la dirección de su índice hacia su corazón.
¿Alguien sabe porque Albert Einstein fue padre? ¿En qué momento de su vida, qué circunstancias se dieron y que decisiones se tomaron? ¿Y si no deseaba la paternidad y quizás tuvo la presión de su mujer que si sentía el deseo materno? En tal caso y si efectivamente no vivió su paternidad… ¿Tomó una decisión incorrecta?
No seré yo quien juzgue su decisiones o su paternidad, porque ni lo conocí, ni viví con él un tiempo (Quien recuerda ese proverbio que dice: Para conocer una persona debes haber caminado con sus sandalias 10.000 leguas). ¿En calidad de qué nos atrevemos a afirmar lo uno o lo otro?.
Quizás Einstein quiso enfocar su energía bondadosa a mejorar la humanidad a través de la ciencia y su entendimiento. ¿Quién soy yo ni nadie para creerme con el derecho de dictar sentencia?
Y aunque las personas recapaciten y pidan disculpas por haber culpabilizado y enjuiciado la sentencia fue dictaminada y el supuesto culpable no podrá limpiar el aura de culpabilidad, el daño está hecho la herida podrá sanar pero la cicatriz quedará como un recuerdo. ¿Quien de vosotras se cree tan pura para legitimar su sentencia?.
Dicen los sabios que uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras, a lo que añado que si sentenciamos a otras personas, las hacemos esclavas a ellas también de nuestras palabras.
Hagamos una revisión de nuestras vidas y de lo que podemos mejorar en ellas y dejemos de buscar en otras personas nuestras debilidades, a menudo quién juzga en este caso sobre la paternidad ni tan siquiera es padre o madre, podríamos declarar desde su propia perspectiva enjuiciadora:
Tú eres un mal padre-madre porque ni tan siquiera has permitido nacer a tus hijos, los rechazas constantemente, pero si entráramos en esta energía acusatoria, estaríamos en el ciclo del ojo por ojo y ya sabemos como de tuertos quedamos todas.
Mejor será conservar ambos ojos y agrandar el del corazón para tener una visión más amplia de la realidad.