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Hoy, en Una suerte de tierra: Bancales hundidos

Todo empezó con mi amigo Sigfried (¡Hola Mari Ángeles!) que después de hacer unos hugelkultur que te mueres en Alemania, vino a Valdemorillo e hizo unos igualicos. Diez años después, los hugelkultur siguen sin producir. El podre Sigfried, que me quiere mucho, me preguntó qué podría estar pasando y yo, como no tenía ni idea, decidí poner el asunto en manos de los maestros, es decir, que pregunté en el foro Permies. Una chica muy maja, me dirigió este hilo del foro, donde la conclusión general era que el hugelkultur no funciona en climas áridos o semiáridos. Leyendo y leyendo el hilo, encontré la reflexión de una mente avispada que decía: «en climas áridos, no hay que ir hacia arriba, sino hacia abajo».

«En climas áridos, no hay que ir hacia arriba, sino hacia abajo.»

Después, Mavi Arroyo me comentó que en su huerto las plantas suelen semillarse en los caminos, porque «como los caminos están más bajos que los bancales, *y el agua va hacia abajo* arrastra las semillas ahí».

«El agua va hacia abajo y arrastra las semillas ahí.»

A pesar de esas sabias palabras, monté dos bancales elevados en el Herrén con objeto de probar el acolchado por capas o lasaña.

Bancal elevado con acolchado lasaña en noviembre de 2015

El acolchado por capas cumplió su función, a saber, mejorar el suelo y frenar el crecimiento de plantas espontáneas, pero se me quedó rondando por la cabeza el asunto este de ir hacia abajo y continuamente me topaba con técnicas en las que se cultivaba en zonas por debajo del nivel del suelo:

Los jardines de lluvia de Brad Lancaster:

Imagen tomada de aquí.

o las técnicas de cultivo tradicionales de pueblos nativos de zonas áridas:

como las de los indios Zuni de Nuevo México

Las ventajas del bancal hundido son muchas: retiene más la humedad, ya que al agua va hacia abajo, reduce la evaporación, ya que los bordes le hacen sombra, es más fresco, ya que el aire frío desciende y está más protegido contra el viento, que reseca mucho las plantas en verano.

Hasta que un día encontré un artículo en una página que me gusta mucho. El autor, Doug Crouch trabaja en un proyecto de permacultura portugués (Terra Alta) y cuenta cómo hace sus bancales por debajo del nivel del suelo para ahorrar agua, tal que asín:

Imagen tomada de aquí.

Nótese que al cavar hay que reservar los primeros 10 cm de suelo para luego ponerlos en el fondo del bancal y que encima se pone estiércol, compost, paja, etc., como en el acolchado por capas. De hecho, Doug pone tantas capas que su bancal acaba pareciendo estar a la misma altura que el suelo.

«Ajá», dije yo. «Esto aúna la idea de ir hacia abajo con el acolchado por capas. Tengo que probarlo.»

El problema, claro, es que para hacer un bancal hundido *hay que cavar*, cosa que procuro evitar en la medida de lo posible. ¿La solución? Convocar un curso de permacultura y conseguir que la gente *pague por cavarte los bancales*. Lo sé, soy un genio.

Gente cavando tras pagar por ello. Que todos los dioses los bendigan.

Lo hicimos igualico que Doug, con la salvedad de que no pusimos el exceso de tierra en los caminos, porque lo quería para rellenar la terraza del invernadero. Tampoco estaba yo muy convencida de cómo encajarían esos pasos elevados en relación con el camino que bordea el huerto (el que se ve, más o menos, a la izquierda en la imagen superior).

Marcamos los bancales y los caminos. Hicimos los bancales más estrechos que los que tengo ahora y los caminos más anchos. Todavía estoy buscando el tamaño perfecto para mi (triste) anatomía.

Cavaron.

Y cavaron.

Y midieron.

Mientras tanto, otro grupo cortaba tubo para hacer un pequeño invernadero para uno de los bancales.

Así quedó. El invernadero se cubrió con la manta térmica que he estado usando este invierno, que está ya muy rota, en el lado derecho y con tul de ese que sirve para hacer tutús de bailarinas, en el lado izquierdo. Quiero probar diferentes tipos de telas para ver si puedo sustituir la manta térmica por algo más barato, duradero y sostenible.

Como veis en el bancal que está descubierto, más cerca de la cámara, el nivel del bancal queda bastante por debajo del camino. Queda darle al camino una formita para que desvíe el agua al bancal. Después del curso, mi estimada esposa fue al Herrén y cubrió toda esa triste tierra con paja, pero no hizo foto.

El bancal cubierto llevó una capa de estiércol, inoculación con lombrices y una cubierta de cartón, donde plantamos unos fermosos plantones…

… que murieron esa misma noche de frío. Sí, queridos lectores, esa noche obligué sugerí a los participantes que se levantaran por turnos cada hora a medir la temperatura, ejercicio harto interesante del que hablaré en otra entrada, y registramos una mínima de -9 ºC.

Ni el tul ni la manta térmica pueden con -9 ºC, máxime si los plantones son de tomate, calabacín y otras plantas que gustan del calorcito.

En el bancal descubierto, plantamos semilla de hortaliza de invierno con el método de las bandas de papel higiénico y tengo grandes esperanzas para ellos.

Si estos bancales dan bien resultado, haré todo el huerto de verano así, con lo cual tendré que convocar un par de cursos porque, mi madre qué trabajito da cavar tanto.

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