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Hoy, en Una suerte de tierra: Los días de Perséfone

Perséfone es la diosa griega del inframundo. Era tan poderosa que su nombre era tabú y la llamaban simplemente la Koré, que significa doncella.

Perséfone según Dante Gabriel Rossetti. Imagen tomada de aquí.

En primavera y verano, Perséfone vive en la superficie de la Tierra con su madre, Demeter, que es la diosa de la agricultura. Su presencia hace que su madre esté feliz y que permita que las plantas crezcan, florezcan y fructifiquen.

Pero en otoño, Perséfone se vuelve al inframundo a vivir con su marido Hades reinando entre los muertos y Demeter se queda tan triste que deja morir todas las plantas.

Y tú que pensabas que tenías problemas con tu familia política. Ja, ríete tú.

Bueno, querido/a lector/a, te preguntarás qué tiene que ver esto con la permacultura, el Herrén y todo lo demás, pues bien, el mito de Perséfone refleja una verdad inmutable en nuestros climas: en invierno, las plantas se duermen en un proceso llamado hibernación.

Mucha gente piensa que lo que hace que las plantas hibernen es el frío. Pues no, pequeño saltamontes, lo que hace que las plantas hibernen son **las horas de luz**. Esto es muy, muy importante, tanto que lo voy a repetir:

***LO QUE HACE LAS QUE LAS PLANTAS HIBERNEN SON LAS HORAS DE LUZ**

Esto se llama fotoperiodo y  para demostrar que no me lo he inventado, aquí tenéis la entrada de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Fotoperiodo

Cito:

El desarrollo de las plantas puede ser activado o no dependiendo del número de horas de luz recibidas. Algunos árboles necesitan un número determinado de horas de luz al día para que su metabolismo funcione, pero cuando llega el otoño los días son más cortos, y al no recibir las horas de luz que necesitan, su crecimiento se detiene y entran en una fase de reposo.

Eso mismo se puede decir de todas las plantas, incluidas las del huerto. De hecho, cuando una busca algo sobre el tema en Google, la mayoría de los resultados son sobre cuántas horas de luz necesito para que mi planta de marihuana (sí, la que tengo escondida en el armario) crezca, oiga.

Es decir, que las plantas están ahí en el huerto dale que te pego venga a producir hojas, flores y frutos y  los días se van acortando y acortando hasta que llega un momento en que ya no tienen suficientes horas de luz y zas, detienen su desarrollo. Ya puedes hacer lo que quieras que la planta no tiene la señal necesaria para que siga con lo suyo. Entra en hibernación, *aunque no haga frío*.

Eso se llama «inducción fotoperiódica» y básicamente es como un semáforo: cuando el día tiene un número de horas de luz inferior al necesario para esa especie, la especie está parada como si estuviera delante de un semáforo en rojo. Cuando, al ir avanzando el año, ya hay suficientes horas de luz otra vez, el semáforo del fotoperiodo se pone en verde y la planta retoma su desarrollo (si no se ha muerto congelada entre tanto, claro).

Por supuesto, las horas de luz no son lo único que cuenta en el desarrollo de una planta. También influye el calor que haga, el agua, el suelo, la maña del hortelano, etc. Si seguimos con la analogía del coche, por mucho que el semáforo se ponga en verde, si en el coche no hay gasolina o no funciona el cambio de marchas o las ruedas están pinchadas, mal vamos. Pero también funciona al contrario: por mucho que el coche esté perfecto, si el semáforo está en rojo no vamos a avanzar.

Cada especie de planta necesita un número diferente de horas de luz para su desarrollo, pero en general se distinguen plantas de día largo, que florecen cuando cuando el número de horas de luz está por encima de un valor concreto, y plantas de día corto, que florecen cuando el número de horas de luz está por debajo de un valor concreto.

Imagen tomada de aquí.

Aquí es cuando tú y yo, pequeño saltamontes, nos damos cuenta de lo genial que sería conocer el número de horas necesarias para el desarrollo de las hortalizas. Y cuando nos sorprendemos de que haya tan poca información sobre el asunto. Aquí entra en escena un señor llamado Eliot Coleman, Este señor tiene una granja en Maine (EE.UU.) que para que nos entendamos es básicamente un sitio muy frío donde los inviernos son muy, muy largos, y su especialidad es producir hortaliza todo el año. Ha escrito varios libros, entre ellos Four Season Harvest que va precisamente de eso, de tener hortalizas todo el año.

Bueno, pues después de años estudiando el asunto, el amigo Eliot concluyó que las hortalizas necesitan un mínimo de 10 horas de luz al día para tener un metabolismo activo. Llamó «días de Perséfone» a dos días del año: el día de otoño en que hay 10 horas de luz y a partir del cual habrá cada vez menos, y el día de primavera en el que hay 10 horas de luz y a partir del cual habrá cada días más.

Los días de Perséfone de un lugar dependen de su latitud. Para saber cuáles son los días de Perséfone en tu latitud, ve a esta página. Puedes buscar tu latitud a la derecha. A la izquierda te aparece un gráfico con una curva. En la curva verás un punto. Mueve el punto hasta el lugar que corresponde a 10 horas de luz para encontrar uno de tus días de Perséfone. Luego mueve el punto por la curva y encontrarás el otro.

En Herrén, que está a 41º, los días de Perséfone son el 8 de noviembre y el 2 de febrero.

Esto significa que lo que no haya crecido y se haya desarrollado para el 8 de noviembre, se quedará en un estado de desarrollo decelerado, casi parado o parado según las especies, hasta el 2 de febrero en el que el semáforo se pondrá en verde otra vez. En otras palabras, en el Herrén, el periodo de desarrollo para las hortalizas en cuando a la luz va del 2 de febrero hasta el 8 de noviembre.

Una de las estrategias que se usan para tener cosecha en invierno son los «frigoríficos vivos». El término se lo ha inventado una chica llamada Cathy que blogea en Mother of a Hubbard. Cathy planta hortalizas de invierno de forma que estén listas para cosechar el día de Perséfone de su zona (que es el 22 de noviembre, la suertuda). Deja las plantas así todo el invierno, protegidas con manta térmica para que no se hielen, y cuando necesita una verdura, va a su «frigorífico vivo» y la coge.

Frigorífico vivo de Cathy, listo para cubrir con manta térmica.

Dependiendo del frío que haga en tu zona, algunas hortalizas no necesitarán manta térmica y se pondrán quedar en la tierra como frigorífico vivo. De hecho, a algunas hortalizas, como las coles, les viene bien sufrir alguna helada, que mejora su sabor.

Esta larguísima entrada sobre los días de Perséfone viene a cuento porque este verano (que, como no me canso de repetir, ha sido el verano del agua) nos hemos dado cuenta de que tenemos que hacer un diseño eficaz del Herrén no sólo en el espacio, sino también en el tiempo. Los recursos de que disponemos no son los mismos según los diferentes momentos del año y si queremos maximizar la producción minimizando el trabajo y el uso de recursos tenemos que hacer un mapa temporal de sectores del Herrén.

En el próximo episodio, la estivación, o cómo en verano lo mejor es irse a la playa.

“Una suerte de tierra” es el blog del Herrén del Cerrado, un proyecto de permacultura en plena sierra madrileña y espacio vivo de la UPP. Está coordinado por Lucía Moreno Velo, facilitadora de la UPP. Para saber más: www.unasuertedetierra.blogspot.com.es

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