Una de las cosas que hacemos en el curso de permacultura es un palo o árbol de mayo. El palo de mayo forma parte de un conjunto antiquísimo de celebraciones paganas que se hacían, por si todavía no lo habéis adivinado, en mayo y que en la Península Ibérica se solían llamar «los mayos«, «el mayo» o «la maya».
El mayo celebra la llegada de la primavera y, para los que gustáis de la teología, el principio de la parte del año que el paganismo occidental europeo considera «masculino». Siendo el palo de mayo, por su parte, en parte tótem, en parte árbol, en parte símbolo fálico.
Y además muy bonito.
Lo primero que hacemos es clavar las cintas a la parte superior del palo (que en nuestro caso en una de las vigas de la antigua caseta para patos ya difunta) y erigir el palo en un sitio llano. El año pasado lo pusimos en la parte baja del prado grande, pero este año esa parte estaba inundada, así que lo pasamos a la zona 1.
Carlos se hizo cargo de levantar el palo, con ayuda de los niños.
Luego la gente se coloca en círculo alrededor del palo, sujetando un lazo.
Ahí es cuando hay que escuchar la parrafada de servidora, a quien le encanta hablar.
Para mí, el mayo es el momento en que se celebra la idea de que varias cosas diferentes se pueden unir para crear algo único, grande y vivo, que es mucho más de lo que esas mismas cosas podrían hacer cada una por su cuenta, la magia de que cuando nos juntamos hacemos algo que es más que la suma de sus partes. Por eso me parece acertado que el día de la lucha obrera se celebre el 1 de mayo, que la rebelión española contra la invasión de Napoleón culminara el 2 de mayo o que las fiestas del mayo en toda Europa sean una celebración orgiástica de la sexualidad.
Y para mi la permacultura es una manifestación más de esa magia. ¿Ves? Tú traes un lazo rojo y yo uno amarillo y ella uno morado y nos ponemos a bailar en torno al palo y al final, para asombro de todos, tenemos algo maravilloso que hemos hecho entre todos y que ninguno de nosotros habría podido hacer solo.
Cuando hacemos el palo de mayo le digo a la gente que imagine que su lazo en una cualidad que aporta al futuro: abundancia, compasión, justicia, trabajo, imaginación, organización, lo que sea. Esta vez, mientras recordaba machaconamente a la gente que se centrara en la cualidad que aporta con su lazo (puede hacerse un poco complicado concentrarse y mantener el ritmo del baile si es la primera vez que se hace), me di cuenta, con horror, que no sabía porqué decidirme. ¿Qué aporto yo aquí?, me pregunté.
Estaba en esta crisis existencial cuando me di cuenta de que una persona estaba yendo al revés. El palo de mayo tiene su cosa y si se hace mal, pues no sale. El error (u originalidad, según se mire) de esa persona estaba desbaratando el ritmo de todo el mundo y hubo un momento de confusión terrible en el que por lo menos una persona estuvo tentada de dejarlo, lo cual hubiera sido el fin del palo de mayo.
Me encontré entonces, para mi sorpresa, cambiando mis movimientos para compensar el movimiento de esa persona. Fue mi momento «ajá». A partir de ahí, me centré en darle a la persona que tenía delante lo que necesitaba para seguir con su lazo, sin importarme qué figura hiciera el mío.
Este mayo fui facilitadora, dejé el «yo» para pensar en «nosotros», le di a la gente lo que necesitaba y el palo de mayo salió bien.
Un poco raro, pero bien.
¿Habré encontrado mi vocación?
Seguiremos informando.