Si quieres saber quien es fulanito, dale un carguitlo, dice el refrán popular para conocer profundamente a una persona, pues se dice que cuando una persona tiene mando, control, en definitiva, poder, solo entonces aflora el ser que lleva dentro.
Pero me pregunto yo ¿y para conocer a un Estado?.
Creo que no hay nada mejor para conocer a un Estado que vivirlo en tiempos difíciles, en momentos como el actual, de crisis “financiera” o “de conciencia” según quieran llamarla y de esta van muchas décadas de decadencia.
Cuando “todas” las vacas están “gordas”, nos dicen que este Estado nos permite un bienestar que aparentemente nos repercute a toda la ciudadanía… en una sanidad coartada por los intereses farmacéuticos y bloqueadora de otras formas de terapia, una educación adoctrinaria en la que comienzan a mostrale a tus hijas la vida que les queda por delante, ocho horas escuchando al mandamás de turno, al sabelotodo, lo que tienes que hacer a la par que le coartan toda creatividad,… y parece ser que nos convencieron de todo esto y mas, pues poco movimiento social se organizaba para reclamar otras formas de realizar progreso, ahora que las vacas flaquean, ya no solo no hay movimiento social organizado, sino que además, si combates, molestas para tus propias compañeras de vida y por descontado, para el Estado, ese que te da una limosna a la que llaman “prestación social” mientras te roban a cada movimiento que realizas con impuestos, tasas y demás que destinan sin preguntarte a desarrollar mas gastos militares que educacionales, ha fabricar mas armas que vender a otros Estados hostiles como Marruecos, Israel y Arabia Saudí que ha paralizar esa ley que ocultamente privatiza la educación de mayor grado.
Dinero robado que en vez de destinarlo en momentos de crisis financiera a generar trabajo estable y digno como podría ser fomentando cooperativas lo destina a las arcas de los bancos que generaron esta declive para que sus beneficios sigan aumentando a la par de las casas que desalojan por impago de aquellos que no pudieron pagar sus hipotecas.
Y si te quejas, opresión, una lluvia de multas te llevará tu cartero con certificado, y si apelas te llevan de juicio y son capaces hasta de sentenciarte culpable sin pruebas alguna presentadas, pues por mucho que digan, el mecanismo es tan perverso y la «burrocracia» legal tan cínica que aquí eres culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Y si antes del juicio te niegas pagar la multa estipulada, ningún problema, te suben los intereses y te obligan a que pagues por un delito sin pruebas, ni evidencias.
Y si se te olvida sellar el paro por dos días, miedo, te arrebata la limosna del mes esta ruin burocracia estatal.
Miedo-opresión, Opresión-miedo, gran binomio que ha sabido aplicar el Estado para perpetuarse, además, con categoría de institución paternal, que les permite no tener la satisfacción personal de contemplar una sucursal en llamas o a un especulador y/o político dando sombra a las rejas de las cárceles que abarrotan.
Y si estas palabras suenan radicales, casi terroristas, mas terrorismo se ejerce desde las leyes estatales que conllevan a miles y millones de personas a verse con el miedo de ser echadas de sus casas, a ser oprimidos en puestos de trabajos indignos, en definitiva, a vivir la sociedad que nos obligan a vivir, sumidos en el miedo y asustados por la opresión.
Y es que como dice otro refrán de uso desgraciadamente no tan popular:
“Como quieres que el Estado resuelva tus problemas, si el problema es el Estado”.