El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y ante todo social favorable a la disminución regular controlada de la producción económica con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos. Rechaza el objetivo de crecimiento económico en sí del liberalismo; en palabras de Serge Latouche:
«La consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento, […] En todo rigor, convendría más hablar de «acrecimiento», tal como hablamos de «ateísmo».
Por ello también se suelen denominar «objetores de crecimiento». La investigación se inscribe pues en un movimiento más amplio de reflexión sobre la bioeconomía y el postdesarrollo, que implicaría un cambio radical de sistema.
Los ocho pilares del decrecimiento
En contraposición al abuso que hace el modelo capitalista del prefijo “hiper-”, que denota sobre, exceso o exageración de la verdad, como “hiperactividad”, “hiperdesarrollo”, “hiperproducción”, “hiperabundancia”, etc.; Serge Latouche propone un sistema de soluciones bajo el prefijo “re-”, que denota repetición o retroceso, a los que ha nombrado como los pilares del decrecimiento o el modelo de las “8 R”:
Revaluar: Se trata de sustituir los valores globales, individualistas y consumistas por valores locales, de cooperación y humanistas.
Reconceptualizar: Encaminado sobre todo a la nueva visión que se propone del estilo de vida, calidad de vida, suficiencia y simplicidad voluntaria ya mencionadas.
Reestructurar: Adaptar el aparato de producción y las relaciones sociales en función de la nueva escala de valores, como por ejemplo, combinar ecoeficiencia y simplicidad voluntaria.
Relocalizar: Es un llamamiento a la autosuficiencia local con fines de satisfacer las necesidades prioritarias disminuyendo el consumo en trasporte.
Redistribuir: Con respecto al reparto de la riqueza, sobre todo en las relaciones entre el norte y el sur.
Reducir: Con respecto al cambio del estilo de vida consumista al estilo de vida sencilla y todas las implicaciones que esto conlleva.
Reutilizar y reciclar: Se trata de alargar el tiempo de vida de los productos para evitar el consumo y el despilfarro.
Muchas organizaciones por el decrecimiento han adoptado como logo el caracol, en referencia a las palabras de Iván Illich sobre la Lógica del Caracol.
La conservación del medio ambiente, afirman, no es posible sin reducir la producción económica que sería la responsable de la reducción de los recursos naturales y la destrucción del medio que genera, que actualmente estaría por encima de la capacidad de regeneración natural del planeta. Además, también cuestiona la capacidad del modelo de vida moderno para producir bienestar. Por estas causas se oponen al desarrollo sostenible. El reto estaría en vivir mejor con menos.
Los partidarios del decrecimiento proponen una disminución del consumo y la producción controlada y racional, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta transición se realizaría mediante la aplicación de principios más adecuados a una situación de recursos limitados: escala reducida, relocalización, eficiencia, cooperación, autoproducción (e intercambio), durabilidad y sobriedad. En definitiva, y tomando asimismo como base la simplicidad voluntaria, buscan reconsiderar los conceptos de poder adquisitivo y nivel de vida. De no actuar razonadamente, opinan generalmente que se llegaría a una situación de decrecimiento forzado debido a esa falta de recursos.
Sus defensores argumentan que no se debe pensar en el concepto como algo negativo, sino muy al contrario: cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce.
En mi opinión o decrecemos por las buenas de forma controlada o tendremos que decrecer por las «malas» cuando el planeta colapse por nuestras acciones.
Argumentos y consideraciones decrecentistas
Los defensores del desarrollo sostenible creen que el crecimiento económico es compatible con la preservación de los recursos naturales si se disminuye el consumo energético. En la mayoría de gobiernos de los países industrializados también se ha comenzado a hablar de “políticas de sostenibilidad”, e incluso a tratar de aplicar sus principios.
Sin embargo, la teoría que defiende el decrecimiento opina que al aumentar la producción de bienes y servicios necesariamente aumentaría el consumo de recursos naturales, y que si este consumo es más rápido que la regeneración natural, como ocurre actualmente, esta situación nos llevaría al agotamiento de éstos.
Consumo y escasez de recursos
Es sabido que a medida que la economía y la población crezca, la necesidad de recursos pudiera hacerlo también. En el siglo XVIII el economista inglés Thomas Malthus tras su «ensayo sobre el principio de la población» empezó a plantear el problema de escasez frente a superpoblación. Sin embargo, sus pronósticos se vieron empañados tras el auge de la revolución industrial y la era del petróleo barato, no siendo hasta bien avanzado el siglo XX que resurgieron voces que recalcaban este problema como el Club de Roma en el libro «Los límites del crecimiento» e importantes pronósticos de geólogos como el cenit del consumo del petróleo estadounidense de 1970 de M. King Hubbert.
Los «padres» de la permacultura reconocieron que parte de su empeño por crear un modelo de vida distinto surgió por el crecimiento exponencial de la población, de ahí que dentro del tercer principio permacultural «Compartir Justamente» unos de los avatares a diseñar sea el limite óptimo de población humana, para poder compartir justamente con el resto de cohabitantes del planeta.
Los partidarios del decrecimiento sostienen que el descenso del consumo es la única forma de cerrar la brecha de forma permanente. Para los recursos renovables, la demanda, y por lo tanto la producción, también deben ser llevados a niveles que impidan el agotamiento y evite el deterioro ambiental. Avanzar hacia una sociedad que no sea dependiente del petróleo es visto como meta esencial para evitar el colapso civilizatorio cuando los recursos no renovables se agoten.
Sin embargo, el decrecimiento no es sólo una cuestión cuantitativa de hacer menos de lo mismo, es también y, más fundamentalmente, alrededor de un paradigmático cambio de orden de los valores, en particular, la reafirmación de los valores sociales y ecológicos y una repolitización de la economía.
La huella ecológica
Cálculo de la Huella, factores a considerar:
1. La cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo.
2. Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario.
3. Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado.
4. Superficie marina necesaria para producir el pescado.
5. Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo energético.
Es una herramienta habitual para calcular esta desproporción entre recursos disponibles y consumidos. La huella ecológica es el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos).
¹ hag/persona
² Millones de personas
Puedes ver más datos de huella ecológica por países en: Huella ecológica
Así, mientras cada habitante de un país considerado de «ingresos altos» vive con lo que producen 6.4 ha, cada habitante de un país de «ingresos bajos» vive con lo producido por 1 sola ha (de media).
Para entender bien el concepto, veamos un ejemplo:
Mientras cada habitante de Bangladesh vive con lo que producen 0,56 ha, cada norteamericano «necesita» 12,5 ha. Luego cada norteamericano usa un terreno que es 22,3 veces mayor que el que usa un bangladesí. De las 12,5 ha, 5,5 están en Estados Unidos y el resto (7 ha) se encuentran en el extranjero.
Según el mismo informe, para el año 2005 se estimó el número de hectáreas globales (hectáreas bioproductivas) por persona en 2,1. Sin embargo, vemos que para todo el mundo, el consumo se sitúa en 2,7. Por lo tanto, al menos para este año (y la tendencia es creciente), estuvimos sobre-consumiendo respecto de la capacidad del planeta: estamos destruyendo los recursos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural.
Así, globalmente se suele estimar en entre tres y ocho planetas los recursos necesarios para que la población mundial se acerque al nivel de vida actual europeo. Por lo tanto, la única forma de alcanzar la igualdad económica mundial de forma durable sería que los países ricos rebajaran su nivel de vida, es decir decrecieran.
En el supuesto de una progresiva desaparición de los recursos naturales, esta situación llevaría pues a una reducción obligada del consumo. Lo que propone el decrecimiento es una disminución controlada y consciente, anticipándose al cambio para que éste sea lo menos traumático posible.
Sin embargo, el cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador. Aunque el valor cuantitativo pueda resultar erróneo su sentido cualitativo se considera correcto.
Como herramienta para calcular tu huella ecológica, este colectivo lo realiza muy bien: http://www.footprintcalculator.org/
Algunas gráficas a tener en cuenta:
Fuente de información y datos: Wikipedia (paginas varias.)
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