El Apoyo Mutuo Paisano
Iniciación de un Bosque Comestible mediante una acción de apoyo mutuo en Écija.
Por fortuna he vuelto a recaer en la tierra que me vio nacer, en la que anclé mis raíces infantiles para aprender a desplegar las alas de la ansiada juventud. Tras casi una década fuera de mi pueblo natal donde he vivenciado experiencias inolvidables con personas y colectivos que buscan mejorar y evolucionar como seres y sociedad, desde la Alpujarra, la comarca de Aracena y sobre todo la campiña ecijana donde realicé un proyecto durante seis años, uno de los pilares de la cosmovisión social se ha fundamentado en el anhelo de generar apoyo mutuo, un concepto que se desarrollo principalmente en los movimientos libertarios encabezado por Piotr Kropotkin y que aquí, en la serranía cordobesa gestionamos formidablemente desde la Red de Apoyo Mutuo “La RAMinga” durante un lustro y que agradecidamente murió este colectivo de éxito.
Pero no es mi deseo desarrollar y vanagloriarme de las experiencias pasadas vividas sino, quizás todo lo contrario, agradecer y visualizar esas pequeñas experiencias de apoyo mutuo “paisano”, el apoyo que se realiza de manera natural y diaria con las paisanas de mi pueblo. Con paisanas me refiero a las personas que comparten un mismo paisaje y por ende una misma cultura, idiosincracia, inquietudes e intereses comunes en contraposición del concepto tan auspiciado hoy en día de “ciudadanas”, ¡No todas somos urbanitas reclamando derechos de Estado!.
A menudo desde los movimientos sociales defendemos y derrochamos mucha energía en crear mecanismos de unión que algunas veces funcionan (otras muchas no) y sin embargo, no fortalecemos ni valoramos los vínculos con las vecinas, esas que te dejan un carrillo de mano para poder hacer la mezcla cuando te ve haciendo reformas de manera un tanto precaria, o la otra que te llama casi todos los días para convidarte a una cervecita fresca cuando comienza a apretar la caló y estás a pleno sol en la fachada aportándole al palaustre y la llana además de mezcla bastante sudor. O las que te dicen: ¡Ey cuanto tiempo! ¿Como tu por aquí? Si te hace falta algo cuanta conmigo para lo que sea, apoyo económico, emocional, psicológico…
En estos dos meses escasos que vuelvo a caminar por las calles de Almodóvar son muchas las personas que me han ofrecido sus “bienes y servicios” a corazón abierto.
Ahora me han abierto la posibilidad de incorporarme a un espacio de vida afín a lo que he estado desarrollando esta última década (permacultura) en una finca junto al pantano, estaba convencido que estaría en Almodóvar de paso, de transición, que saldría para Castellón, Cádiz, México o cualquier otro espacio donde me habían invitado a participar de proyectos pero he reflexionado: ¿Para qué buscar fuera lo que tenemos dentro?.
Una vez me contaron de un paisano de la India, que al jubilarse, se separó de su mujer e hijos, amistades y aficiones para caminar errante en busca de un sabio que le llenara el vacío interno que había sentido durante toda su vida, por fin, tras muchos meses, quizás años de búsqueda le hablaron de un sabio ermitaño que vivía en una cueva en la montaña mas alta que contemplaba sus ojos desde ese lugar. Dispuesto comenzó a subir la cima, la cual era recorrida por un sendero que cada vez se hacia mas sinuoso, se desprovió de equipaje, alimentos y todo lo superfluo. Cuando llegó a la cueva exhausto se postró ante el anciano ermitaño y le dijo:
- “Maestro, vengo de muy lejos, llevo meses o quizás años buscándote, el tiempo para mi es ya una ilusión. He renunciado a mi familia, amigos y aficiones para buscar la iniciación que me permita cumplir con mi anhelo de plenitud, dime Maestro que debo hacer”.
A lo que el Maestro le contestó:
- Vuelve a casa.
El jubilado, sorprendido le apeló:
- ¿He hecho algo mal, no deseas instruirme?.
Contestándole el Maestro:
- ¡No tontorrón!, como reniegas de tus seres queridos y lo que amas en este mundo, vuelve a tu vida, la paz interna está dentro de ti si tú lo deseas de corazón, allá donde estés puedes iniciar tu desarrollo personal. Así que: ¡Vete!.
¿Para qué alejarte de tus seres queridos o de quienes te aprecian? En las Escuelas de iniciación te enseñan el camino de la salamandra, es decir, saber andar por el fuego sin quemarte, o como decía Jesús “Sé del mundo sin ser del mundo”. Es decir, que a pesar de que no nos guste la evolución social de nuestras comunidades municipales, debemos aprender a convivir con lo desagradable para transmutarlo en agradable a través de la vida ejemplar.
Por eso con esta reflexión trato que visualicemos y focalicemos el esfuerzo desinteresado de muchas personas que ofrecen su apoyo en contraposición a la queja constante de “vaya pueblo de mierda…” que suelo escuchar y que a menudo pronunciaba yo misma.
Esta reflexión es una invitación a mirar a vuestras vecinas a los ojos, espejo de su alma y si notáis algún vacío interno ofrecerle lo mejor de vuestro ser.
Parte de los integrantes de “La RAMinga”: mucho mas que una Red de Apoyo Mutuo, ¡una gran familia!
¡Salud y Apoyo Mutuo Paisano! RCVicent
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