ZAD es un término recuperado por el pueblo que antes se traducía en Zona «desarrollo/ordenación diferido” (en su versión original francesa: Zone Aménagement Différée) , y ahora en Zona A Defender.
Ocupación y Reapropiación de la tierra.
El movimiento surge como respuesta a los proyectos urbanísticos del Estado que
desea destruir zonas naturales para implantar grandes aeropuertos, mega-cárceles, nuevas presas, minas de carbón, piscifactorías, parques de atracciones, TAV… entre otros. Se pretende garantizar la conservación de la naturaleza autóctona (por supuesto), y generar vías de autogestión locales y plurales. Es decir dependiendo de las personas con sus ideas y del entorno en el que se establece cada ZAD generan herramientas de organización rural popular distintas.
Existen tres tipos más diferenciados de personas involucradas:
Paisanas del lugar: antiguas agricultoras, alguna que otra ganadera con técnicas más o menos tradicionales (extensivo, en ocasiones pesticidas,..) y parte de la vecindad que siguen resistiendo a que el mal llamado progreso y desarrollo no se implante en el entorno que les vio nacer. Desean que el progreso y el desarrollo sea entendido como la vida en armonía evolucionando a su manera no mediante esta imposición estatal. ¡Qué no roben!
Los ocupas permanentes: Personas que llegan de otros lugares para apoyar esta causa y comenzar una vida fuera de las reglas del sistema en lucha directa con el Estado. Estas se encargarán sobre todo en la organización o mantenimiento para la fabricación de cerveza, pan, animales libres, experimentos en la construcción ecológica, grupos de recuperación, talleres de música. Todo esto puesto en continuo análisis, una y otra vez; buscando la forma más llana, más abierta y donde claramente se entienda la intención emancipadora de estos actos.
Ocupas eventuales: Personas que asisten puntualmente para vivenciar la lucha, estas estarán dispuestas a acudir en urgencia cuando se convoque una llamada de apoyo por el riesgo de expulsión. Además participan en la organización de jornadas y logística variadas.
Muchos, muchos jóvenes se están independizando en estos lugares, ¡me parece muy muy interesante! Estos jóvenes se adentran en una armonía y medios de vida fuera de lo normal para la actual “Europa”. Adquieren aprendizajes experimentando con personas de cualquier vocación o lugar del mundo. Pude ver excelente compañerismo y personas amigas de verdad. Y una unión directa sabiendo desde primera hora que el encuentro entre nosotras era gracias al amor por la naturaleza, deseo de prosperar, de volver a las verdaderas raíces, crear una familia de ideas y luchar por el bien colectivo.
Ahora expongo algunos puntos que encuentro importantes. Por ejemplo:
– He visto en ocasiones la necesidad de dar más atención o herramientas interpersonales a personas que llegaban nuevas a la ocupación y de las que no sabíamos sus conocimientos acerca de lucha, si sabían que hacer o como desarrollar las tareas colectivas o la situación mental que les permitiera abrirse y comunicarse con eficacia. Pero siempre la abertura y el acercamiento han predominado.
– La dependencia con la ciudad debido a la ingesta de tóxicos tanto drogas como alimentación recogida en supermercados transgénica, contaminada tanto química como ideologicamente. Recuperación de comida que pienso también es una causa (trampa) para que algunas personas no lleguen a involucrarse en las tareas de crear o recoger en la naturaleza y saciadora de los mínimos para la subsistencia, que impide motivarse en la permacultura.
– Faltas de atención y empatía entre las difrentes zonas dentro de cada ZAD ( ya que estas pueden ser de cientos de hectáreas, como de unas decenas y disponerse en campos diferentes con ditintas características, recursos, vocaciones, etc…). Las personas que se establecen en lugares menos habilitados pueden servirse de las zonas que si lo están pero a veces no hay un buen traspaso de información. Esta falta de comunicación en ocasiones puede degenerar el apollo mutuo, el fin común y llegar al abandono.
Poniendo confianza en estas adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes positivizo sabiendo solo por esta libertad adquirida, que evolucionará tanto ellas como la situación
Por un camino así de sentimental quería englobar la segunda parte de la descripción:
Conciencia, compartir, vivir junt@s…
“La primière Zona A Deféndre c’est toi”, repite siempre Christiane Mutshimuana para resumir las largas horas de reflexiones conversando sobre lo importante de tocar la Tierra, y lo importante de hacerlo entre nosotras. Pero por supuesto como no, a nosotras mismas.
Estas conversaciones nos llevaban a preguntas como: “¿Hasta dónde estaríamos dispuestas a llegar?”, “¿Es esto una guerra de territorio?” “y si lo es, ¿tiene por lo tanto cabida en nuestros principios?”. Inquietudes que nos hacían viajar al mismo momento de enfrentamiento con la policía… “¿Hasta dónde llegarían ambos “campos”? “¿Dónde termina nuestra ética pacifista, o de oposición a las empresas de armas o capitalistas entonces?”.
Mi reflexión-creencia actual es que un Zadista (nueva palabra en el diccionario, año 2015), sería una persona libre. Ella lucharía directa y conjuntamente, para defender el trozo de bosque, montaña, playa… y ahí donde el Estado y empresa ganara con sus buldoses y su cemento, estas seguirían saltando y plantando muchos árboles a lo largo de su vida para curarse las heridas.
P.D: una de las claves para el éxito y la resistencia de las ZAD es la buena y fuerte comunicación hacia el exterior que se generó desde un principio. Mi felicitación y agradecimiento a todas las personas que estuvieron y están implicadas en transmitir la información, y a todas aquellas que acuden.