En diciembre 2015, harta de ver cómo mis preciosos aloes agonizaban por culpa del frío a pesar de todos mis esfuerzos, cogí un horno solar casero, le quité el fondo y lo puse encima de una de las plantas de aloe.
Así está ahora:
Me gusta pensar en este rinconcito como el sitio de la piel, porque en él he plantado aloes y caléndula, que son plantas medicinales muy buenas para la piel. Las caléndulas están felices y florecen como locas, incluso, si os fijáis, dentro del horno solar.
Pero, ¿y el aloe? En diciembre lo dejamos así:
Y hoy está así:
Feliz como una perdiz y muy bien acompañado por la caléndula espontánea.
Ha crecido bastante, aunque no se aprecia bien en las fotos. Es verdad que este invierno ha sido suave, pero por ahora considero que el experimento promete. Queda por ver cómo le afecta el calor que se avecina.
Seguiremos informando.