La relación entre animales humanos y no humanos ha sido tradicionalmente una relación de sometimiento por parte de la especie humana al resto de seres, ya sea con “buena intención” a la cual hemos denominado “domesticación”, alterando el comportamiento de perros, gatos, loros... es decir, ¡Humanizándolos! o directamente bajo un régimen de esclavitud como la acaecida a los burros como carga de trabajo, los caballos como herramientas de transporte, la tortura al toro por disfrute y un sinfín de servicios que nos han “ofrecido” los animales a los que hemos explotado sin ninguna piedad ni enjuiciamiento de lo que estábamos haciendo...