Al plantar una semilla nos inclinamos hacia la Tierra, la observamos, la escuchamos y la cuidamos.
Posteriormente, alzamos la mirada para buscar las nubes que bendigan el suelo con la abundancia del agua, pero ¿Y si fijamos la mirada aún más alto?Nuestros ancestros solían tener en consideración las fases lunares para la siembra de hortícolas, legando su conocimiento en frases populares como:
“Cuando mengua la luna, no siembres cosa alguna”