Hoy, en Una suerte de tierra: La terraza del aparcamiento se enfrenta al otoño


La terraza del aparcamiento ha sido el mayor único éxito del Herrén este año. La construimos con la idea de crear un microclima más cálido, cosa que ha hecho espectacularmente. No sólo protegió a las patatas plantadas en marzo de la terrible helada de la noche del 18 al 19 de mayo de este año, sino que ha producido guisantes y cebollas, y está produciendo una calabazas preciosas (para algo la rellenamos haciendo un super compost in situ).

La experiencia que tenemos hasta ahora nos hace pensar que esta terraza (y, esperamos, también las que vamos a ir construyendo en otros lugares) va a dar mucho juego. Mirad, por ejemplo, las patatas: las plantamos en marzo y no sólo quedaron al abrigo de las muchas heladas que hubo desde marzo hasta mayo, sino que además no se regaron. En julio, una vez muertas las plantas de forma natural, recogimos las patatas y dejamos en cada lugar una solitaria patata de tamaño medio para ver qué pasaba. Habíamos previsto regar para tener otra cosecha en otoño, pero al final decidimos no hacerlo. Bueno, pues durante todo el verano no pasó nada, pero en septiembre empezó a llover y, TACHÁAAAAAAAAAAAAAN

¡Patatas!

Sí, señores, otra remesa de plantas de patata que no pienso regar.

Armada con la euforia de este exitazo, me dispuse a plantar un huertecito de invierno en la terraza. Tuve que mendigar plantón, porque nada de lo que semillé en verano salió, a pesar de haber puesto las bandejas a flotar en la piscina para que tuvieran siempre agua.

Gracias, Ricardo.

 Al acercarme pala en ristre a la terraza descubrí esto:

Una planta de guisante.

Cuando se  secaron los guisantes cometodo, los corté, dejando las raíces en la tierra y al parecer uno no estaba seco del todo. La plantita está hermosa y feliz, aunque no se ha regado, así que voy a dejarla a ver qué pasa.

Lo que espero que pase es que hiberne. Hibernar es una palabra que se suele asociar con osos y otros animales, pero las plantas también hibernan. Por ejemplo, cuando se plantan habas o guisantes en invierno, las plantas se quedan como dormidas pero al primer signo de primavera, ya están ahí, listas para empezar a crecer antes de que a los seres humanos nos dé tiempo a acordarnos de sembrar. Para que nos entendamos, es el equivalente botánico de ir la noche antes a la puerta del Corte Inglés con el saco de dormir y el termo de café para que cuando abran la puerta a la mañana siguiente (el primer día de rebajas) una esté la primera de la fila.

No todas las plantas pueden hibernar, claro, tienen que ser plantas que no se mueran con el frío. Además, por lo que he podido ir hilando, creo que conviene que no hayan llegado a su madurez en el momento de entrar en hibernación. Esto de la hibernación es un tema apasionante y ya iré contandoos más según me vaya yo enterando.

Así, pues, planté huerto de invierno, aunque es un poco tarde, así que puede que acabe siento huerto de principios de primavera. Ya iremos viendo.

Espinaca

Super patatoncio (qué orgullosa estoy)

Más espinaca al lado de cebollas espontáneas.

Espinaca al lado de calabaza

¡Otra patata! ¡Toma patata!

Bueno, parece que sólo le he hecho fotos a las patatas y a las espinacas, pero también planté repollo, coliflor, escarola, lechuga, dos tipos de acelga y ajetes.

“Una suerte de tierra” es el blog del Herrén del Cerrado, un proyecto de permacultura en plena sierra madrileña y espacio vivo de la UPP. Está coordinado por Lucía Moreno Velo, facilitadora de la UPP. Para saber más: www.unasuertedetierra.blogspot.com.es

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